domingo, 10 de abril de 2011

Delfines en el estrecho

He escuchado miles de veces hablar de lugares fantásticos, verdaderos paraísos naturales que quedan muy lejos de aquí. Lugares con los que soñamos pasar nuestras vacaciones y que no quedan nada cerca de donde estamos acostumbrados a hacer nuestras vidas.
Parece que todo lo bonito está lejos, que todo lo interesante esta en otro países...  ¿A quién no le parece impresionante la selva amazónica?

Pero me da la impresión de que a veces no valoramos lo que tenemos. Hay miles de sitios tan impresionantes como cualquier otro que se os pueda venir a la cabeza y lo tenemos quizá más cerca de lo que pensamos.
Lugares que guardan un gran secreto y que quedas verdaderamente impresionado cuando lo conoces.
A mi me pasó algo parecido.

Hace poco participé en las V Jornadas Parque Natural del Estrecho de Gibraltar y creo que no se me olvidarán los momentos que viví allí.
El Estrecho de Gibraltar es un lugar importantísimo para la migración de muchas aves, al igual que lo es también para muchas especies marinas que lo utilizan para la entrada al mar Mediterráneo.

Lo que más me impresionó de las Jornadas fue el avistamiento de cetáceos en el Estrecho de Gibraltar. Allí pasan cada año cantidad de especies de delfines, como el Delfín común (Delphinus delphis), Delfín listado (Stenella coeruleoalba) y el Delfín mular (Tursiops truncatus) del cual vimos gran cantidad de ejemplares.
También pasan por allí Calderones comunes (Globicephala melas), Orcas (Orcinus orca), Cachalotes (Physeter macrocephalus) y Rorcuales comunes (Balaenoptera physalus).
¿No me dicen que tenemos un paraíso aquí al lado?

Recuerdo que salimos en barco desde el puerto y hacía un día horrible, llovía muchísmo y hacía bastante frío. Salimos todos a la cubierta con unas ganas inmensas de saber que nos deparaba ese viaje. El frío, la lluvia y el viento eran cosas secundarias, no sentíamos nada, tan solo una ilusión que nos recorría todo el cuerpo.
Al principio creíamos ver a lo lejos grupos de delfines pero nuestras ilusiones se desvanecían al ver que eran olas, las ganas de ver delfines nos hacía tener visiones.
Al cabo de un rato la lluvia paró y junto con la calma aparecieron aquellos juguetones delfines para alegrarnos el viaje. Al principio los veíamos a lo lejos pero no tardaron en acercarse y darnos vueltas sin parar. Fue precioso.
Un rato después se dejaron ver un grupo de calderones, no eran muchos y estaban flotando en la superficie para respirar.

Seguramente esto que os cuento no es nada del otro mundo,ya que podemos pensar que no es muy difícil ver delfines porque los tenemos en los parques acuáticos. Aunque yo no estoy de acuerdo en eso.
El ser humano hace cosas muy buenas pero también comete errores, errores como privarles la libertad a seres vivos tan parecidos a nosotros. Errores como encerrarlos en una piscina y obligarlos a hacer conductas antinaturales, haciendo que nunca más vuelvan a sentirse libres allí en el mar.
Os aseguro que yo vi algo distinto, vi animales diferentes. Pude sentir lo que es realmente la naturaleza. 
Ellos están ahí, felices y viviendo en libertad, es su sitio y por nada del mundo deberíamos privar a ningún ser vivo del mayor derecho que poseen.

Hoy sentado en una silla en frente de mi ordenador recuerdo lo que fue un pequeño viaje para ver delfines, una experiencia única, os la aconsejo.
Hay que ver para sentir y sentir para poder cambiar las cosas.

Un saludo,
Pablo Escribano.